Pensar de forma urgente en un cambio de estrategia en seguridad, es la recomendación que hacen desde el Concejo de Cúcuta a las autoridades municipales y departamentales, ante la pasividad de la fuerza pública con respecto al incremento de los hechos violentos en el área metropolitana de la ciudad.
De acuerdo con Álvaro Andrés Raad, miembro de esta corporación, los mandatarios, tanto de la Alcaldía de Cúcuta como de la Gobernación de Norte de Santander, deben tratar de conseguir un mayor pie de fuerza e invertir en inteligencia que permita retomar el control de la situación, y revertir los espacios que han ganado los grupos armados en zonas muy cercanas del casco urbano de Cúcuta.
“Hay que tratar de invertir en más cámaras, en llevar más distritos de policía a diferentes municipios, sobre todo a la zona del Catatumbo, y pensar en qué proyectos sociales contra la delincuencia tenemos en la región”, dijo el concejal.
Y es que, para nadie es novedad que hay una gran ofensiva por parte de los grupos armados, sobre todo del ELN, por apoderarse de la frontera, y Cúcuta aparece allí como una de las ciudades capitales más importantes dentro de esta ofensiva porque, precisamente, es la más influyente de esta zona del país; apoderarse de toda la línea fronteriza implica también hacerse con el control de unas economías ilegales que les permiten generar grandes ingresos y una ruta de salida para el narcotráfico proveniente del Catatumbo.
No es de sorpresa, pero sí de mucho análisis, la actitud pasiva y casi indiferente del gobierno nacional, cuyos funcionarios de alto rango ya ni siquiera vienen a la ciudad a los repetitivos consejos de seguridad.
En Norte de Santander, por su parte, el gobernador Silvano Serrano pareciera abstenerse de hacer algún pronunciamiento, y en Cúcuta, el alcalde Jairo Yáñez insiste en un discurso de apuesta a la educación como transformación social.
¿Qué está pasando en Norte de Santander?
Quedan menos de seis meses para que termine el mandato de Iván Duque y, lastimosamente, hasta que se vaya el 7 de agosto, pareciera que el departamento está destinado a vivir una oleada de violencia como en antaño, porque este gobierno ya dio lo que tenía para dar.
Varios medios nacionales, como El Tiempo y la Revista Semana, han reseñado recientemente cómo la guerrilla del ELN ha ideado un plan, llamado ‘Despedida a Duque’, con capacidad operativa en todo el país y a la que no se le puede menospreciar.
Para muestra, un botón
Ya son cuatro atentados contra la fuerza pública en el área metropolitana de la ciudad, el más llamativo fue el ocurrido contra la caravana de seguridad del general Óscar Moreno, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, quien negó estos hechos, pero en un comunicado, el ELN dijo que sí lo atacaron, que el ataque fue directo contra él y que esta era una acción del Frente de Guerra Nororiental. Entonces, ¿a qué se debe la negación? ¿Acaso quedó grande restablecer la seguridad?
Estas preguntas se las realiza la población civil, sobre todo, tras la ida de los policías de Tránsito que tenían su puesto de control en la entrada de El Zulia, al parecer, por temor a ser atacados. Según fuentes de la Policía, la orden la dio el comandante de esta unidad a nivel nacional “por considerar que el lugar no ofrece garantías a sus hombres”.
Mientras tanto, al general Moreno se lo ve posando en fotos celebrando el Día del Periodista sin que alguno de estos colegas se atreva a confrontarlo seriamente por el destino de la seguridad en el área metropolitana de la ciudad.
Y es que, la otra estrategia que el ELN pretende adelantar, apunta a reactivar los secuestros, como forma de generar ingresos en los territorios que les permitan sostener sus estructuras y avanzar en su plan de consolidación territorial. Empresarios, ganaderos, contratistas de multinacionales, entre otras posibles víctimas, quedan automáticamente en la mira de este grupo que no se anda con titubeos en esta región que pareciera ser la tierra de nadie.
Así las cosas, los hechos violentos no cesan y el más reciente fue contra la estación de Policía de Aguaclara, corregimiento de Cúcuta, y por ahora, tal parece que sale más barato ofrecer recompensas por información que invertir en un verdadero plan de seguridad porque, quizás, eso sale más caro que una torta de celebración para mantener callados a los amigos.