Ya pasaron los ecos de las protestas y los desmanes que fueron protagonistas de los titulares de los noticieros, de las primeras planas de los diarios, y de centenares de portales de internet. Pasó la bulla, y quedó la sensación en el ambiente de que pareció un episodio sacado del archivo.
Hagan de cuenta que alguien coge un clip de video del último paro, guardado en la nube, y le dio play. Las escenas fueron las mismas: Los mismos sindicalistas se siempre, las mismas arengas de siempre, los mismas justificaciones oficiales de siempre, los mismos vándalos desadaptados de siempre.
Y, ¿A quién le sirven? ¿A quién le responden? La respuesta es de una complejidad enorme. Nadie puede negar que la protesta es legítima y justificada, pero, ¿Había que hacerla en pleno pico? ¿No podía esperar unos días? ¿No podía hacerse un cacerolazo o algo virtual?
A mí me asalta la duda de por qué miles de personas salen a las calles a exponerse el bicho para protestar por una tributaria moribunda. No se preocupen que igual nos van a clavar por algún lado. Eso no quiere decir que la protesta fue inocua, pero qué papayazo le dieron al Covid.
Al lado de los que genuinamente marcharon corriendo ese riesgo por convicción de que las cosas van mal y había que decirlo, estaban los inconformes por todo, los que igual marchan si convoca la CUT, Fecode, o el comité de paro del barrio. Esos a los que nunca les gusta nada pero tampoco hacen algo útil para remediarlo.
Sobre ellos también recae mi inquietud: ¿Tenían que salir en pleno pico? ¿No podían postear algo expresando sus miles de inconformidades? ¿Se les acabó el plan de datos? ¿Facebook ya no es gratis?
Y por último, al lado de los marchantes genuinos y de los inconformes, hicieron de las suyas los bandidos infiltrados. Vándalos. Desadaptados. Todos saben para quién trabajan pero nadie tiene cómo probarlo; destrozan todo desde que tengo memoria, a nombre de valores que no tienen en su cabeza: equidad, justicia, educación.
Su nivel de cretinez es tal que también se salieron a la calle en pleno pico. Con perdón de todos, pero ¿No podían vandalizar otro día? Porque eso es, realmente, lo único que saben hacer bien. Y bien pago, por supuesto. Eso no es gratis.
Miro a los tres grupos de marchantes y veo hoy las calles como si nada. Todo siguió igual. El país no cambió pero todos dieron papaya. La semana entrante estarán en UCI o perderán un ser querido. Y yo me pregunto si valió la pena tamaña estupidez de salir a marchar.
Solo atinó a decir que son idiotas útiles. De quienes les pagan, de quienes los adoctrinan, de quienes los influencian.
Son Covidiotas. Permiso.
