Hoy: Lun, marzo 17 2025

Un buen plan (Segunda parte)

En el artículo anterior, dejé en el aire una propuesta sobre cómo abordar el tema de los vendedores ambulantes y la administración del espacio público, especialmente en la zona céntrica de la ciudad, ya que plantear un proyecto de renovación urbana en esta zona no sería del todo exitoso sin solucionar este problema.

La situación del espacio público en la zona céntrica es caótica. A pesar de la restricción que hubo en el parque Santander y sus cuadras aledañas producto de la situación derivada del COVID-19 (restricción que se redujo en tamaño, pero que aún hoy existe), con el retorno de la famosa nueva normalidad, es probable que el desorden, y la ubicación de casi más de 2.000 vendedores ambulantes en estas pocas cuadras, vuelva a ser el pan de cada día si no se empieza a plantear una alternativa.

La situación de los vendedores ambulantes no se ha solucionado de ninguna de las formas como se ha afrontado. Ni negando su existencia y dejándolos hacer lo que quieran (como venía ocurriendo), o reprimiéndolos, (como ocurre cada cierto tiempo) o enviándolos a edificios que se adaptan a centros comerciales.  La solución de reubicarlos en centros comerciales ha tenido resultados mixtos, logrando alguna mejoría como se observó cuando se construyó el centro comercial El Oití, pero también teniendo fracasos, como el del Centro Comercial Las Mercedes, que tuvo que ser llenado por las secretarías de Infraestructura, Sisbén y otras para darle vida de alguna forma a ese sitio, que para la actividad comercial nació muerto.

La propuesta que hago, tiene algo que ver con la iniciativa que tuvo la alcaldía hace alrededor de tres meses, en la cual un domingo en la noche con pintura y cartones en mano, vimos al alcalde y a un equipo de sus colaboradores pintando las calles y los andenes intentando delimitar improvisadamente las áreas en donde podían ubicarse los vendedores. Por supuesto que esta iniciativa, que lamentablemente surgió como algo improvisado y sobre la que no se ha hecho seguimiento alguno, necesita contar con un verdadero proyecto urbano detrás, que permita entender el territorio, su dinámica socioeconómica, la transformación que se le quiere dar y logre plasmarlo en un proyecto atractivo.

Pero aparte de lograr un diseño arquitectónico espectacular, que comprenda las relaciones que se tejen alrededor del territorio y logre transformar los actuales usos de los inmuebles de esta importante zona de la ciudad, proponiendo nuevos usos como lo mencioné en el artículo de la semana anterior, lo más importante es el desafío institucional que esto amerita.

Por supuesto que a los vendedores ambulantes se les puede alquilar el espacio público de forma ordenada, suponiendo que ese espacio público ha sido diseñado y transformado para este fin. Pero para lograr esto que parece tan difícil, es necesario contar con un componente institucional muy sólido, serio y sobre todo blindado de la politiquería. La administración del espacio público del centro, dentro de un proyecto de renovación urbana que pretenda integrar a los vendedores ambulantes como parte fundamental de este proyecto, requiere de una institución muy seria que sea la administradora y coordinadora de todo lo que allí ocurra. No puede estar en cabeza del alcalde y el secretario de Gobierno de turno, con todas las tentaciones politiqueras y clientelistas que esto representa. Debe ser algo así como la gerencia de un centro comercial que responde a un estamento superior.

Esta institución, debe funcionar como una corporación, con una gerencia y una junta directiva en la que por supuesto tenga asiento el sector público (alcaldía y gobernación); pero también debe tener asiento el sector privado que lo controle, a través de un par de gremios (Fenalco – Camacol, por ejemplo), la Cámara de Comercio y las cajas de compensación. También podrían tener asiento las empresas de servicios públicos como aliados. Esta corporación, con una estructura mixta, permitiría balancear los intereses privados que buscan la sostenibilidad financiera de la misma, con el carácter social del espacio público, para brindar una solución a los vendedores que necesitan trabajar para contar con un sustento económico. En la ciudad ya tenemos un ejemplo parecido de corporación, que aunque tiene un fin diferente, con un enfoque cultural, funciona muy bien con un esfuerzo económico muy pequeño, para los logros culturales y sociales que ha tenido. Esta corporación es la biblioteca pública Julio Pérez Ferrero.

De esta forma, la corporación que administraría el espacio público, luego de contar con el centro transformado dentro del proyecto de renovación urbana, sí podría alquilarles el espacio público a los vendedores ambulantes debidamente censados. Pero este alquiler sería organizado, en espacios delimitados que deben rotar cada cierto tiempo, por ejemplo quincenalmente. De esta forma se conserva el control del espacio sin permitir que nadie se apropie de él como ocurre en la actualidad.

Además, el alquiler permitiría a la corporación contar con recursos para funcionamiento, sin que sea algo oneroso para los vendedores ambulantes, pero que les permita reconocer el valor del espacio público que están usando. Así mismo, aparte de rotar ocasionalmente, se deben hacer programas de formalización año tras año, para que poco a poco los vendedores puedan migrar a locales comerciales formales, abriendo espacio para nuevos vendedores que lo necesiten. Este esquema de rotación debe también contar con una programación que permita al centro urbano renovado operar más horas, especialmente en las noches y fines de semana, con actividades culturales al aire libre, como conciertos, exposiciones artísticas y ferias gastronómicas, entre otros, teniendo siempre como premisa que el espacio público es de todos, y debe pagarse por su explotación comercial, para su mantenimiento, embellecimiento y para beneficio de toda la ciudad.

Ojalá esta propuesta o alguna otra más innovadora y efectiva tengan eco en la administración municipal, y no solo en la actual sino en las siguientes administraciones, y así podamos hacer algo para mejorar el corazón de nuestra ciudad. El desorden y la mediocridad no pueden seguir siendo nuestra carta de presentación. Tenemos sitios muy valiosos que merecen ser recuperados.

JUAN FRANCISCO YAÑEZ D.

Ingeniero Civil e Ingeniero Ambiental MSc. Ingeniería y Gerencia de Proyectos de Construcción Universidad de Los Andes, Colombia.
Twitter: @juanfrayadel

141 comentarios en “Un buen plan (Segunda parte)”

  1. Una propuesta interesante, con potencial de funcionar, si a esto le sumamos el tema de peatonalizar cierta zona del centro de Cúcuta, además agregamos noches culturales organizadas, que promuevan el orden y aseo para atraer a propios y turistas.

  2. Siempre he pensado que la problemática de la ciudad, no solo del centro de la ciudad, nace por el descuido de los gobiernos locales en la planeación del crecimiento de la ciudad, totalmente desordenado y sin racionalizar los recursos de urbanismo. La renovación del centro debe incluir a sus barrios aledaños, degradados de forma vergonza y que podrían volver a ser zonas residenciales-comerciales terminando así con tantos factores de inseguridad.

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