AMIGO, ¿A CUÁNTO LA PIMPINA?

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Retomemos el panorama regional

En lo corrido de 2021, no fueron pocas las columnas que escribí para El Santanderista, así como para otros medios como La Opinión y la revista de Fendipetróleo, sobre el dinámico sector de la distribución minorista de combustible en la región; sector que como he mencionado en más de una columna, es el combustible de la reactivación económica en nuestro departamento, ante la falta de oportunidades del gobierno nacional, y aprovechando en cierta medida la crisis energética de Venezuela.

Finalizando el 2021, el debate en el sector minorista de combustible, tanto desde los empresarios que conforman el gremio, el consumidor final y por supuesto las autoridades territoriales, giró entorno a la “escasez” y a la necesidad de continuar o renunciar al combustible exceptuado (comúnmente llamado subsidiado). A pesar de que parecería absurdo pensar siquiera en renunciar a un “beneficio” como lo es la exceptuación de impuestos de la gasolina, ya se han expuesto varios escenarios y efectos positivos con la ausencia de este, como lo es el aumento de recaudo por concepto de sobretasa, mejoramiento de la malla vial con los impuestos recaudados, disminución en las largas colas, disminución de la percepción de escasez de combustible y solución de la controversia por la reasignación y redistribución del cupo de este entre los mismos miembros del gremio.

Un poco de geopolítica arrancando 2022

Tal y como dije al inicio, este sector es dinámico, y si bien he manifestado en diversas ocasiones, estar de acuerdo con acabar con el combustible exceptuado, bajo ciertas condiciones y compromisos del gobierno, también hay que analizar el panorama geopolítico, lo que implica literalmente mirar qué sucede más allá de la frontera. Para los que no han estado muy al tanto de la eficiencia en la política energética del vecino país, es apenas obvio que no es ni sombra de lo que alguna vez fue, pues en su mejor momento, antes de la llegada del cáncer chavista a los sectores productivos de Venezuela, este producía aproximadamente 3 millones de barriles de crudo diario, que año tras año, bajo la administración del régimen de Hugo Chávez y después de Nicolás Maduro, ha ido en picada, hasta alcanzar una producción de 400.000 barriles durante lo corrido de 2021, casi la mitad de lo que produce Colombia actualmente.

El escenario anterior, es precisamente lo que generó el cambio en la mecánica de abastecimiento, consumo y distribución de combustible, pues la disminución de la cantidad de gasolina venezolana (la cual además venía con subsidio), hizo que por muchos años la única forma de abastecerse de combustible para el cucuteño fuese en las Estaciones de Servicio Internacional, o si se deseaba ahorrar el cruce del puente Simón Bolívar o Francisco de Paula Santander, las pimpinas o los pimpineros eran la opción a la mano, en cada esquina de la ciudad, y otras partes del departamento.

El contexto anterior no tiene nada de nuevo, pero lo que sí es una particularidad que vale la pena analizar, es que en el último trimestre de 2021, el régimen de Nicolás Maduro logró aumentar a un poco más de 800.000 barriles la producción de crudo venezolano, es decir, está produciendo la misma cantidad que Colombia.

El pacto

Esta cifra aún no es suficiente para reversar la forma de consumo del combustible en la frontera, más aún cuando el fondo del aumento de combustible venezolano se debe a un pacto con Irán, en el cual este último se compromete a suministrar Nafta y diluyentes, necesarios para que Venezuela pueda reactivar los pozos de crudo extrapesado, gracias a la inyección de estos. Por su parte, Venezuela da parte del crudo extraído a Irán, el cual logra comercializar de maneras no muy convencionales en los cargueros que cruzan el océano, porque, recordemos, ambos países se encuentran sancionados por Estados Unidos.

¿Qué tiene que ver con Cúcuta?

Pareciera que lo expuesto anteriormente no tiene mucho que ver con Cúcuta o el departamento, pero lo cierto es que con la asignación mensual de combustible subsidiado que escasea a mitad de mes, con Venezuela subiendo rápidamente su producción de petróleo, con la incógnita de si el aumento de esta producción alcanzará nuevamente para abastecer al país y sus fronteras con combustible, o sin saber si este seguirá siendo subsidiado, o si esto es un lujo que ya no puede permitirse el régimen, es imposible no preguntarse, ¿podrá aparecer nuevamente en nuestra frontera el fantasma de la gasolina de contrabando y la venta de pimpinas? ¿golpeará esto un sector hoy consolidado y fuerte como el de distribución de combustible? ¿la gente ya ha aprendido la cultura de tanquear en Estación de Servicio por sus múltiples beneficios, o algunos preferirán ahorrarse unos pesos y comprar de contrabando?

Son muchas preguntas para desarrollar en una columna, pero más allá de decir que en otras voy a resolverlas, quiero invitar por medio de esta a una de las personas que más conoce la problemática con sus aristas, en cuanto al sector minero energético se refiere en Norte de Santander, el secretario de Gestión Minero Energética departamental, Jhon Olivares, a que se anime a escribir una columna para este mismo portal, exponiendo su opinión sobre el panorama para este 2022 del sector de la distribución de combustible en la región. Ahí le dejo la pelota secre.

Santiago Soto Luna, Abogado especialista en Derecho minero energético.

97 comentarios en “AMIGO, ¿A CUÁNTO LA PIMPINA?”

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