FUERA ZÁNGANOS DEL CONGRESO: EL PODER DE LAS URNAS

Ad portas de llevarse a cabo una nueva contienda electoral, en las calles de Cúcuta se respira un ambiente que solo los políticos en cierre de campaña saben lograr.

Más allá de las caravanas, reuniones con refrigerios y los discursos sin sentido; la ciudadanía debería comprender la importancia del voto de opinión. Así, quizás, el rumbo del país sería diferente.

Cada cuatro años, los ‘ilustres’ Senadores y Representantes a la Cámara, regresan al departamento hablando de ‘la tierra prometida’; muchos en búsqueda de una reelección, olvidando que durante su periodo solo fueron un monumento a la desidia.

Por eso, es necesario hacer un análisis del país y la región, así las y los nortesantandereanos podrán lograr un ejercicio electoral con mayor claridad. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para enero de este año, la tasa de desempleo en el país fue del 14,6%, una cifra mayor en comparación con el mes de diciembre de 2021, que fue del 11%.

Y aunque en Cúcuta se evidenció una reducción en la tasa de desempleo, ubicándose en 12,9%, la tasa de informalidad, aunque también bajó hasta el 67%, sigue siendo la más alta del país.

Esto quiere decir que trabajo hay, así no sea formal. Hay fuerza de trabajo en acción, pero no aportan plenamente a los objetivos e intereses de la nación. ¿Cuál ha sido y cuál debería ser el papel de los Congresistas, en especial, de los Representantes a la Cámara?  Pareciera que solo van de paseo, porque en propuestas concretas no se ven sus iniciativas en pro de beneficiar a la ciudadanía. Sin embargo, si analizamos más a detalle, las propuestas no son el problema sino el cómo llegamos a ellas, la forma de construcción de las mismas. ¡No son democráticas!

No sentimos que algún Representante a la Cámara se interese en construir sus propuestas con la gente. Al ser elegidas y elegidos, se encierran en sus oficinas en Bogotá y ya no se montan a los buses, ya no se ven en los parques, en las calles o haciendo caravanas para construir las propuestas de leyes.

Por todo esto, el voto de opinión aún sigue siendo uno de los grandes poderes ciudadanos en la democracia; no obstante, si nos limitamos a él como una forma de participación, nos quedaremos cortos. La democracia implica el mismo fervor del día de la jornada electoral, y hay que castigarlos, “sacar a los zánganos del Congreso”, dirían nuestras abuelas.