No es desconocido que en nuestra historia patria han existido apenas algunos pocos momentos donde se pueda decir que existió una democracia real; esto es una democracia libre, plena y transparente.
Con la constitución de 1991 se pusieron en juego las esperanzas de todo el pueblo en su afán de conseguir una democracia real y sobre todo estable, que no se viera doblegada por los intereses y artimañas de los poderosos y corruptos. Y aunque para nadie es un secreto que estos sueños no se vieron convertidos en realidad, tampoco es secreto que después de este proceso nació un sistema más orientado que nunca hacia la construcción de una democracia estable y real. Soportando los embates del terrorismo de los grupos narcotraficantes en su primera década, y del terror de los grupos subversivos a inicios del 2000, tanto paramilitares como guerrilleros; pero su verdadero reto no vendría de un enemigo ajeno al estado sino de los propios integrantes del estado, que poco a poco han ido carcomiento los estamentos democráticos, así como las olas del mar carcomen la piedra a lo largo de los siglos.
Y así se enfrentaba la democracia al peligro de los movimientos autoritarios que buscaban la reelección indefinida, al igual que lo hicieran en Venezuela para favorecer al izquierdista Hugo Chaves; pero aquí el ímpetu autoritario venía desde el ala contraria, desde la derecha conservadora y burguesa que estaba al servicio de la oligarquía y de los intereses del 1% de la población. Estos no se sentían en ningún sentido cómodos bajo el nuevo régimen constitucional y soñaban con regresar a Colombia bajo el manto de la anticuada y en aquellos años demasiado retrógrada constitución de 1886.
Con esos sueños y objetivos, el sector reaccionario se lanzaba a la contienda política, logrando en múltiples ocasiones las alianzas necesarias para triunfar y cuando no lo conseguían lo hacían mediante la intimidación y la extorción el elector. Pero la constitución tenía aun sus guardianes y estos no permitieron que sucumbiera el estado social de derecho bajo el peso de la oligarquía reaccionaria, el poder judicial en apego a la ley mediante la corte Suprema de Justicia ponía alto a las aspiraciones de los “Parapolíticos” y sus apoyos, al mismo tiempo que la Corte Constitucional se esforzaba por mantener la integridad de esta en contra de los proyectos populistas que nacían con el objetivo de socavarla.
Así se lograba repeler durante un tiempo al ala más vetusta del antiguo régimen y se salvaba por los pelos la democracia popular. Más después de esto, un personaje llegaría al poder y sus alfiles al Congreso, lo cual traería peores consecuencias a largo, mediano y corto plazo que el grupo anterior. Este nuevo grupo, nacido en parte como una escisión del grupo anterior y en parte como una aglomeración variada surgida únicamente con el objetivo de depredar el estado y vivir de la corrupción más absoluta; correspondiendo a lo que he denominado “La degeneración de la Teoría y la Teoría de la Degeneración” en referencia a aquella famosa propuesta de Trotsky que resume perfectamente esa etapa nacional:
“La omnipotencia de la burocracia sobre la sociedad, estando la parte civil bajo el yugo de una dictadura plutocrática (forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por sus miembros más ricos), caracterizada por el extremo incremento de la coerción, la persecución y la violencia.”
A los cuales en criterio personal agrego como características de los burócratas en esta etapa la corrupción (cleptocracia, que significa el gobierno de los ladrones), la carencia de cualquier principio ético y moral, y la preferencia de los funcionarios públicos de dar empleos a algunos familiares o amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza. (Nepotismo).
Este grupo parasitó fuertemente el estado y no tuvo reserva alguna a la hora de atraer y pactar lo que fuera necesario con quien fuera necesario con tal de estar en el poder y mantenerse impunes; dicha actitud lo único que generó fue el fortalecimiento del grupo reaccionario anterior que esperaba regresar al poder y lo terminaría logrando indiscutiblemente con un “peón del patrón” que llegaba únicamente para permitir a otro gobernar en cuerpo ajeno, saltándose la ley y los principios de la democracia.
Más el principal mal ya estaba más que hecho, la naciente república social de derecho había sido reducida en buena manera a un sistema de gobierno Anocratico, un sistema que incluye características de inestabilidad política, ineficacia y una mezcla incoherente de rasgos y prácticas autoritarias y democráticas. Y aprovechando esto, la vieja reacción llegaría a usar los sistemas y mecanismos corruptos que había dejado el gobierno anterior, poniendo al estado y a los recursos públicos “en bandeja de plata” para los corruptos y permitiendo que la impunidad campara a sus anchas.
Estamos a puertas de las elecciones que definirán quién se queda y quién se va del poder, y las maquinarias reaccionarias están aceitando motores a máxima velocidad, asistimos pues al discurrir terrible de distintos procesos que carcomen la democracia:
- La captación de los órganos de control y órganos del estado por el poder dominante y el nombramiento de alfiles políticos incapaces como jefes de los mismo por único mérito de que no llevarán a cabo sus labores contra sus caudillos políticos que los pusieron allí en primer lugar (Contraloría, Fiscalía, Registraduría, Defensoría del pueblo, Banco de la República, etc);
- El aseguramiento de la impunidad de quienes componen “El Poder” mediante el archivo de investigaciones, la reducción de condenas o el cambio abrupto de jueces; como lo es la reciente reforma a la justicia que se adelante en el congreso y que permitirá a los senadores ser juzgados por sus propios compañeros electos por ellos mismo a la cámara de acusaciones del Congreso, permitiendo la impunidad a los criminales y la persecución de los opositores;
- La eliminación o suspensión de las garantías mínimas electorales, como lo son la suspensión de la ley de garantías para evitar la corrupción electoral rampante con recursos del estado, aprobada de forma ilegítima por el congreso en un proyecto de presupuesto estatal que no tenía unidad de materia ni el poder de suspender, al mismo tiempo que el registrador nacional (puesto por el poder) admite públicamente la existencia de más de 5 millones de “cédulas fantasmas” al comparar la información con la del DANE, entre muchas otras irregularidades;
Cerca está el momento en el que sabremos si el pueblo es quien manda o si aún somos masas serviles al poder tradicional, y mucho me temo, debo reconocer que en buena medida estamos lejos de una democracia real y duradera y cada vez damos más pasos hacia atrás en todo sentido, estamos regresando a la oscura época de terror y muerte de la que logramos escapar a duras penas en las décadas pasadas. No existen ni las garantías ni los mecanismos suficientes para denominar “democráticas, libres y transparentes” estas próximas elecciones.
No vendrá en estas próximas elecciones por ningún lado la salvación de la democracia de Colombia, pues no existe ni existirá jamás un ser “Salvador” sino que debe ser el propio pueblo de Colombia quien tome conciencia de su deber y poder, tomando las riendas de su destino y sacudiéndose a la clase parasitaria que la ahoga poco a poco. Es un gran trabajo el que está por delante, pero es un trabajo que se debe empezar a realizar desde ya y que estoy seguro ya se está realizando.
¡¡¡Camaradas, no dudemos en salir a votar en estas próximas elecciones!!!
Más tengamos claro que quede el que quede (sea de la reacción conservadora, o de nefasta rama centrista, o de la fragmentada y falsa oposición) sufriremos las amargas consecuencias de un estado Anocrático y de un sistema que camina a pasos agigantados hacia el abismo y que no es capaz de reconocer sus propios problemas.
Tiempos duros vienen para Colombia, pero todos como pueblo podemos minimizar sus consecuencias y construir una verdadera república democrática con un férreo estado social de derecho, pues como colombianos soñamos con aquel estado futuro que pronto llegará.
Sin más que decir me despido de ustedes, deseando la mejor de las suertes y animándoos a realizar los mayores y mejores esfuerzos en el día a día y en el aprendizaje y concientización política.