Hoy: Dom, febrero 9 2025

LA VORÁGINE DE LA GLOBALIZACIÓN

Como gobernados y potenciales electores deberíamos expresar con el sufragio nuestra aceptación, favoritismo o expectativas frente al trillado tema del comercio libre, pero el mismo no hace parte de la agenda en el actual debate público, el cual se convirtió en un ruidoso intercambio de insultos, sin lugar a los cambios de opinión.

En síntesis, el país debería debatir si continúa con la inserción absoluta a la globalización como quimera de soluciones reales a nuestra economía de país en desarrollo, o gira hacia políticas proteccionistas.

La mayoría de las personas creemos que los gobiernos son culpables de los males que nos aquejan como nación, incluso los criterios más radicales antineoliberales esgrimen prejuicios ideológicos entre sus argumentos principales, afirman que las políticas de desarrollo, modernización y globalización, tal como han sido emprendidas por anteriores mandatarios, destruyeron la economía y lograron solamente el afianzamiento de burocracias autoritarias.

Los defensores de la mundialización como única alternativa posible para mantener la economía a flote, solicitan la continuidad de dichas políticas, requiriendo más inversión en infraestructura vial, costo de energía, logística, innovación, mejoramiento de cadenas de distribución de insumos agrícolas e industriales, créditos blandos para productores y empresarios, como herramienta de competitividad.

Personalmente considero que los TLC, lejos de ser los culpables de la crisis actual del campo y la industria, representan una oportunidad única de aumentar la productividad y la potencialidad exportadora, que nunca han podido surgir por los malos planes de desarrollo a largo plazo de las últimas décadas.

Los verdaderos enemigos de la productividad son la falta de programas de optimización y tecnificación, los altos costos y monopolios en la venta de insumos y materias primas, colateralmente el lavado de dinero, el tráfico de drogas, el contrabando y la corrupción, estos últimos en eterna convivencia.

Para cualquier gobierno los retos que se avecinan en el área económica son gigantes, siendo conscientes de que no somos suficientemente grandes ni autosuficientes para solventar los problemas sociales cotidianos que nos aquejan, pero tampoco nos podemos considerar tan pequeños ni incapaces de afrontar la vorágine de la globalización.

Partiendo del axioma de que la globalización trae beneficios a todos los habitantes de una nación, en el marco de una economía boyante y desarrollada que hace factible una equitativa distribución de la riqueza y de oportunidades. Surge el deber de los actuales candidatos a la presidencia de plantear en su agenda programática respuesta a algunos interrogantes, como:

¿Cuál seguiría siendo la cuota de sacrificio en nombre de un supuesto desarrollo? y ¿por cuánto tiempo? ¿Debe el gobierno introducirse de lleno al proceso de globalización?

Son decisiones necesarias e inaplazables y es el momento de plantearlas, tomarlas y afrontarlas.

Convencido estoy de que no se puede procrastinar la tarea, ante el desolador panorama de pobreza, atraso, subdesarrollo y globalización, como constantes, reales y mayores amenazas para el Estado, contraria e irónicamente viene a ser la misma globalización una luz de esperanza para nuestros países, una fiesta mundial a la que estamos invitados y queremos ser partícipes, una página de la historia en la que debemos y queremos escribir nuestros reglones, y por qué no, páginas y capítulos enteros.

Se debe asumir el reto de seguir compitiendo en la contienda mundial de frente con gran disposición y actitud hacia la transformación, a una metamorfosis necesaria que permita afrontar los continuos desafíos de este proceso. Esta no es una decisión solamente del gobierno de turno sino un plan a largo plazo.

Mientras tanto seguiremos esperando las propuestas de los candidatos presidenciales en este trascendental tema económico; por ahora, vamos bien.

Mauricio Villán Díaz - Abogado, especialista en derecho aduanero y Magister en Tributación y Política Fiscal.

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