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¿Primero las conveniencias?

Como marco general del comportamiento humano es probable que todas las constituciones políticas de los diferentes países del mundo, hayan consignado en sus primeros artículos que el Estado está fundado “en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general sobre el particular”.

Seguramente buena parte de la población mundial y colombiana acata y respeta esas normas conductuales. Pero como siempre que se arma una ley, “al ladito se hace la trampa”, es posible que cada quien ajuste su trabajo y su accionar en la vida a otros parámetros de tal manera que la conveniencia fuerza a adoptar medidas “non sanctas”.

Eva, la primera dama del paraíso terrenal fue quizás la gestora de la marrullería pues buscando lo que le gustaba, le animaba y le convenía (¿), desobedeció un mandato que cambió el ordenamiento general de la humanidad. Con ello se convirtió en la madre y pionera de “lo torcido” que ha trascendido en el tiempo.

El ejemplo de Eva fue emulado por mucha gente en el trasegar del mundo y por esto la historia sagrada destaca que a Dalila le convenía que Sansón perdiera la fuerza para poder ayudar a los filisteos y encontrar para sí algunas ventajas; la mujer de Lot, que gustaba mucho el curiosear, le interesaba saber qué había detrás suyo y todos sabemos lo que le pasó; San Pedro necesitaba protegerse ante los adversarios y le cantaron tres ‘strikes’ negando a Jesús; y Judas no soportó la presión económica y vendió a su maestro por cualquier birria. Estos cuatro personajes actuaron en cada caso según su conveniencia y buscando sus intereses personales.

En pleno siglo XXI, cuando las redes sociales se han vuelto cada vez más importantes, fluyen de un lado para otro informaciones y contenidos falsos, muchas veces patrocinadas por personas, medios, o empresas, para causar estragos, proponer controversias o enredar, en síntesis, para mover públicos de acuerdo con las correspondientes conveniencias.

En las campañas electorales, con el prurito de que “la política es dinámica”, de que “cada día trae su afán” y de que “hay que sostenerse arriba a como dé lugar”, cada vez menos importan los aspectos programáticos de los candidatos y mucho menos sus antecedentes o sus realizaciones. Ahora son más importantes las conveniencias, vale decir los arreglos previos.

La palabra “Conveniencia”, según la Real Academia de la Lengua, significa una conformidad entre dos cosas distintas que “pueden” producir utilidad y provecho. Como sinónimos de “conveniente” están los términos “adecuado” y “oportuno”.

Si observamos cada uno de los casos de los acápites arriba anotados, relacionados con los casos históricos, se cumple con la definición, pues muestran utilidades y provechos “personales”. Quién sabe si los provechos estuvieron adecuados, pero de pronto oportunos sí fueron. Lo importante de conocer es que en cualquiera forma y en cada ejemplo, se atropellaron los principios y el deber ser. Igualmente se puede inferir en los temas de las redes sociales y de los políticos.

Alguien, tratando de filosofar, acotaba que “lo que conviene no es moral y lo que es moral no conviene”. Por esto, hoy por hoy, alguna persona ve claro, pero le conviene decir que es oscuro, o viceversa; dice que es verdad algo que es mentira o viceversa; manifiesta que hay utilidades o pérdidas en una empresa pública o privada, porque le conviene a él, a su jefe, a su grupo, a su partido; todo se maquilla de acuerdo con las conveniencias. Entonces, en todas partes, las verdades son amañadas, es decir, no son verdades. Y como no está la “máquina del polígrafo”, la gente se acostumbró a vivir de las mentiras, es decir, a vivir de las conveniencias. Atrás quedaron el respeto, los valores y los principios.

Las conveniencias pueden ser de diferentes formas: personales, sociales, técnicas, industriales, empresariales, políticas, etc. Todas sin excepción tienen un ingrediente especial: el interés económico.

Y en el mundo actual, a la gente se le hizo fácil acoger este tema de la conveniencia personal como su norma o proyecto de vida. Entonces por la conveniencia de vivir mejor, de ascender socialmente o de sostenerse en el puesto, de ganar más, de conseguir un contrato o negocio, de lograr cualquier objetivo comercial o político, no importan los medios. Cualquiera se lanza a venderle el alma al diablo, a hacerle tributo al dios del dinero fácil, a proteger su ineficiencia o la de otra persona, a promover la criminalidad, a apoyar la impunidad, a patrocinar el engaño, a fermentar el vicio, a acceder a los contubernios, componendas, pactos, alianzas o convenios, en los que se patrocina el parasitismo, se relaja la disciplina, se corrompe el carácter, se mina la autoridad y se degrada la intelectualidad. Como siempre, todo por la plata. Hasta derrumbar los principios y las instituciones.

Patrocinio Ararat Díaz

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