Hoy: Lun, marzo 17 2025

La transformación del mundo y sus implicaciones locales

Si algo caracteriza este momento de pandemia, es la aceleración de los procesos internacionales a todo nivel. Esta sensación de crisis que parece haberse tomado al mundo, al margen de la Covid-19, se caracteriza por unos ajustes que pueden ser estructurales en el sistema internacional y que se habían manifestado antes de la crisis sanitaria. Dichos ajustes estructurales o coyunturales dependerán de la manera en que las potencias se muevan y entiendan sus roles a nivel global.

 

Este comienzo de siglo nos asalta con un mundo un poco más multipolar que lo que existía a finales del siglo anterior, cuando la caída de la Unión Soviética dejó la sensación de poder absoluto de los Estados Unidos. Sin embargo, 30 años después podemos hablar de un ajuste que no termina. El ascenso de nuevas potencias como China y el regreso al poder de Rusia, hacen que el mundo contemporáneo maneje un esquema trinitario en el cual sin lugar a dudas, la capacidad económica y militar de los Estados Unidos se mantiene por encima de sus inmediatos competidores, e incluso su diplomacia pública ha demostrado ser eficiente en diferentes momentos, desde diferentes perspectivas y con diferentes objetivos, me refiero a los casos de los acuerdos con Cuba o Irán en la era Obama, o los recientes Acuerdos Abraham, que implican a Arabia Saudita, Israel y Bahréin (acuerdos que pueden llevar a Trump a alzarse con el premio Nobel de la paz).

 

Estas capacidades señaladas claramente hacen que los Estados Unidos mantenga su liderazgo a nivel internacional, pero esto no ha evitado que las potencias cercanas hayan logrado crear bloques alternativos de poder compuestos por países que por dinámicas internas o por problemas internacionales se han alejado del bloque de los norteamericanos, o incluso, que nunca han hecho parte del mismo. Es el caso del bloque que asciende en las últimas décadas y que tiene como cabezas a los rusos y a los chinos y como “invitados especiales” a Irán, Turquía, Bielorrusia, y más cercanos a nosotros a Venezuela y a Cuba. Por supuesto que esto no implica que haya una ruptura radical del mundo como en la guerra fría del siglo XX, sino que podemos hablar de dos bloques, bajo liderazgos y miembros claros. Sin embargo, son bloques que pueden cambiar rápidamente gracias a la globalización de la economía y a los intereses de los países periféricos frente a cuáles potencias centrales ofrecen más y mejor.

 

El otro bloque tiene como cabezas a Estados Unidos, a Europa Occidental y a Japón y Corea del Sur. Como invitados aparecen países como Brasil o Colombia, el resto del mundo se debate entre estos bloques de lealtades, aunque todos los países se sienten libres para comerciar o tener relaciones con quienes quieran.

 

¿Cómo nos afectan estos bloques? De manera directa por la división de la región en torno a los liderazgos locales, así como el mundo se divide en estos grupos, los cuales desarrollan sus sistemas de lealtades y esquemas de cooperación; la región se inscribe en esta misma lógica y más directamente Colombia y Venezuela, el primero como país socio de la OTAN y aliado principal de los Estados Unidos para las Américas; el segundo por su creciente relación con Rusia y China, y en actitud abiertamente desafiante a la potencia global.

 

Nuestra frontera de repente se reviste con toda la carga que implica ser una de las fronteras en las que los bloques de poder se tocan y de manera sorpresiva, la frontera colombo-venezolana tiene la importancia estratégica global que han tenido otras fronteras a lo largo de la vieja guerra fría, por ejemplo, el paralelo 38 norte entre las dos Coreas, el mar de China entre Taiwán y China, incluso la misma frontera entre las dos Alemanias. De todas estas la única que se mantiene como punto neurálgico del mundo, es la frontera en la península de Corea. Por otro lado, actualmente las fronteras entre Bielorrusia y Polonia, Turquía y Grecia, Irán e Irak, o Colombia y Venezuela, condensan la complejidad de un mundo que no había terminado de ajustarse después de sus conflictos en el siglo XX, y ahora tiene que asumir nuevos conflictos, viejas tensiones se borran y nuevas aparecen; viejas guerras se superan y nuevas se ciernen en el horizonte. Para nosotros, siempre nos creímos demasiado lejanos y algo “parroquianos” como para que la historia mundial nos tocara, a partir de este siglo eso cambia y de manera súbita los 2219 kilómetros de frontera nos comprometen con los tiempos presentes, ¿porque así lo queramos? Es claro que no, es porque así es el mundo actual.

Henry Cancelado

hcancelado@hotmail.com

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