LOS ANIMALES, SERES “SINTIENTES” Y LA INDOLENCIA DE LOS SERES “PENSANTES” EN NUESTRA SOCIEDAD

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La relación entre los animales y los seres humanos ha sido un tema de interés para la humanidad desde hace mucho tiempo. Desde la antigüedad, los animales han sido vistos como compañeros, herramientas de trabajo, fuente de alimento y, en algunos casos, como objetos de culto. Sin embargo, en la actualidad, cada vez se reconoce más la capacidad de los animales para sentir y experimentar emociones, lo que ha llevado a una mayor preocupación por su bienestar.

La idea de que los animales son seres “sintientes” ha ganado cada vez más aceptación entre los científicos y los defensores de los derechos de los animales. Las investigaciones han demostrado que los animales tienen la capacidad de experimentar dolor, placer, miedo y otras emociones, y que incluso pueden ser capaces de tener experiencias subjetivas similares a las de los seres humanos. Además, muchos animales tienen vínculos sociales y familiares complejos y pueden experimentar estrés y sufrimiento emocional cuando se les separa de sus familias o se les somete a condiciones de vida inadecuadas.

A pesar de este creciente reconocimiento de la capacidad de los animales para sentir y experimentar emociones, nuestra sociedad sigue siendo en gran parte indiferente al bienestar de los animales. Muchos animales son tratados como meros objetos y se les somete a condiciones de vida inadecuadas, como jaulas pequeñas, falta de atención médica adecuada y alimentación inadecuada. Además, la explotación de los animales para la alimentación, la experimentación científica y el entretenimiento sigue siendo común en todo el mundo.

Esta indiferencia hacia el bienestar de los animales es en gran parte el resultado de la “indolencia” de los seres humanos. Como seres “pensantes”, los seres humanos tienen la capacidad de tomar decisiones conscientes sobre cómo tratar a los animales. Sin embargo, a menudo nos falta la motivación para hacerlo. En lugar de pensar en el bienestar de los animales, nos centramos en nuestros propios intereses y comodidades. En lugar de cuestionar las prácticas comunes, como la explotación animal en la industria alimentaria, nos conformamos con lo que es fácil y conveniente.

Tan naturalizada está la forma de percibir a los animales como cosas, que las personas cuantiosas veces no observan las atrocidades que a diario se cometen en contra de estos. El hombre siempre ha tenido una percepción de dominio sobre las demás especies y una percepción de exterminio por considerarse el único ser a quien se le puede atribuir derechos, es por ello que a diario se presentan actos de crueldad y violencia hacia estos seres.

Los animales son merecedores de derechos mínimos y vitales, que protejan su vida y su entorno; que estén encaminados al bienestar y goce de su hábitat y que castiguen severamente a quienes atentan contra su integridad.

A  pesar de los intentos de algunos ciudadanos para la protección animal, es notable que se necesita permanentemente un órgano que ayude a la prevención, seguridad y respeto del derecho animal como excepción a la exclusividad de la aplicación de los derechos en los seres humanos, para que todos los seres racionales como irracionales gocemos de una vida digna.

Es importante que reconozcamos la capacidad de los animales para sentir y experimentar emociones, y que tomemos medidas para proteger su bienestar. Esto puede implicar cambios significativos en la forma en que tratamos a los animales en la industria alimentaria, la experimentación científica y el entretenimiento. También puede implicar un cambio en nuestra forma de pensar sobre los animales, pasando de verlos como meros objetos a reconocerlos como seres sintientes que merecen nuestro respeto y cuidado.

AYLEN LISSET JAIMES MOGOLLÓN

Ingeniera Electrónica Magister en Controles Industriales Doctora en Ingeniería Química

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